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domingo, 22 de junio de 2014

Microcuento:


Aquel día el ambiente estaba tenso. Había un silencio incómodo plagado de momentos pasados y nostalgia. Aun así todas sonreían porque es lo que hay que hacer.
Ninguna sabía por qué sentían tristeza y cada una lo hacía a su manera cómo no, siempre a su manera porque es lo que hay que hacer. Son aquellas pequeñas cosas, como decía Serrat, que nos dejó un tiempo de rosas. Rosas con pequeñas espinas de felicidad que se clavaban en sus grandes y resistentes corazones, quizás excesivamente desprotegidos en un mundo que estaba a bajo cero, incluso en verano. Pero un mundo, a fin de cuentas, que las había unido de forma natural.

Minicapítulo 1: Alfil
Observa y ríe. Siempre ríe. De alguna forma es capaz de conectar con los demás sin decir una sola palabra. Trabajadora, como la que más y humilde como nadie. Quizás de todas la que más ha cambiado transformándose en un ejemplo de superación difícil de imitar. Cabeza pensante, responsable y flexible. Afable. Buena.
Los calificativos positivos no llegan para ella. Nunca escucharás una palabra más alta que otra de sus labios porque no le hace falta. A ella se le escucha de la misma forma en la que los náufragos observan un faro. Con atención y consuelo.


Minicapítulo 2: Torre 

Alegre y resistente. Fiestera y madura, siempre sociable. No creo que exista una sola persona con la que no encaje o a la que no encante.
Natural, porque para qué va a ser de otra forma, si no la hay mejor. Gran potencial con un gran pellizco de iniciativa. Acento que repiquetea, como un día de lluvia fina en Santiago. Del sur pero de alguna forma siempre encontrando el norte. Brújula y triángulo de las bermudas. Hermosa por dentro y por fuera.

Minicapítulo 3: Caballo

Terremoto. O ciclón más bien. Nunca deja a nadie indiferente, eso sería como desafiar a la más probada de las leyes de la Física. Hogar, donde quiera que esté. Espíritu inquebrantable y con miles de cartuchos cargados de munición verbal. Torbellino de emociones. Malabarista de tiempos que saca hasta de debajo de las piedras. Soñadora irremediable que patea calles como el pasillo de su casa. Es consciente de que algún día se comerá el mundo, si quiere, porque de momento lo moldea a su gusto.

Minicapítulo 4: Reina

Tú la ves sonreír, un buen día y después de contarle un chiste malo, puede que hasta terrible, y te das cuenta de que ve lo que le rodea de forma diferente. Vive el momento de una forma muy peculiar. Sin prisas, sin pausas, sin presiones pero con orden. Su orden.
La calma después de la tempestad y con aspecto jovial. Con un ingenio que de vez en cuando se le escapa a borbotones y otras veces se guarda para ella. Con mucho que aportar a todos, con poco que esconder y con algo especial que envidiar.


Después de cuatro años de capítulos resumidos en cuatro secciones que no les hacen justicia, me veo anunciando un ‘jaque’ a la vida. Un poco más cerca de mi objetivo, casi a punto de completar el nivel y con unas valiosas piezas a mi lado, cada una distinta e imprescindible. Perfectamente talladas.
Pues eso, Vida: Jaque.