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martes, 13 de agosto de 2013

Espuma y nácar

En la oscuridad se aprecian crestas blancas, espumosas. Me distraigo con una ramita que está entre la arena y me pincha el pie. Vuelvo a mirar y sigue oscuro. Negro. Me tumbo, miro al cielo y descubro. Un mundo sin estrellas, sólo más espuma y algodón en distintos tonos de gris y negro.
Aparece un claro y por detrás un inmenso espacio plagado de nácar brillante. Más gris, cierro los ojos y todo se vuelve más, más, más negro. Escucho al mar rugir aunque de vez en cuando susurra y vuelvo a abrir los ojos, ya no está tan oscuro aunque sigue todo como antes. Reparo en el faro que está a lo lejos. Me atrapa en su giro mientras la espuma centellea.

martes, 6 de agosto de 2013

Resaca

Tras los sucesos acontecidos en las últimas horas el día ha amanecido peleón, como un rayo punzante que atraviesa la sien. El olor a salitre se mezcla con la dulzura de la gotas de lluvia que entran por la ventana y una luz blanquecina juguetea tapando los ojos dejando sólo un resquicio borroso. Los recuerdos de diferentes días y meses, años si me apuráis, comienzan a agolparse sin inicio ni fin -ni siquiera hay algo que los delimite- como si hubieran sucedido en el mismo momento.

En la ducha el agua cae a borbotones y el deseo de que, mientras oscurece y aplasta el pelo sobre la frente, arrastre todos esos momentos que no dejan de girar desde la base del cráneo hasta la coronilla va creciendo. Un grito sordo, imaginado. Un ¡para! silencioso, reflejado en la mirada de la mampara. Un intento de descanso y de paz perturbado: ¡Para!,¡para!,¡para!, pero el torbellino que se acumula a los pies se lleva los deseos y las ganas y la inexpresión  invade el rostro. La vida continúa girando en la cabeza mientras tú no eres tú, el sueño el único amigo y el miedo un sombrero.