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domingo, 9 de diciembre de 2012

Fuera pesimismos


Por un instante me he dado cuenta de que en cualquier momento, sin pensarlo, pueden pasar de un plumazo treinta años. Treinta años sin retorno , de errores, victorias y suspiros a los que ni les pones nombre ni sabes en qué gastar porque simplemente no eres conciente de lo que te pasa hasta vacíos años después, cuando tu tiempo se agota y sientes esa misma sensación de inquietud de la juventud.

Que aunque sueñes al máximo llegará el momento en el que te plantees cuánto más podrías haber hecho y tu vida se hará insignificante. Ya no pensarás que eres especial entre el resto ni que podrás comerte el mundo algún día, porque el mundo no espera ni por ti ni por nadie y lo especial que tenías respecto a los demás era cómo ibas a aprovechar tu tiempo, mañana.

Y todo esto no es un pensamiento pesimista, para nada, es quizás una plasmación de lo que veo. Esas caras largas con veinte años, como si todo estuviese ya hecho pero quedase todo el tiempo ya no del mundo, sino del universo. Ese apalancamiento y dejadez. Ese silenciamiento de la inquietud que a todos nos corroe por dentro alguna vez y que acallamos sin miramientos.

Esto sólo podría ser una llamada de atención si en el fondo no supiera que es mi forma de acallar estos gritos sordos que me corroen una y otra vez sin saber realmente cómo encaminarlos.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Confesiones de una anónima con Corona


Siempre puedes encontrártela por la calle, con el pelo negro a medio teñir y una coleta canosa. Más bien de corta estatura y en zapatillas de cuadros. En ocasiones acompaña sus gritos con una pandereta, otras veces sale de ella una voz irreconocible si es la primera vez que la escuchas cantar y cuando le preguntas se justifica diciendo que cantaba en el coro de la iglesia.

Para esta mujer todas las chicas de la ciudad se llaman 'Mari'. De un forma cariñosa, reconociéndote de otros días, te llama y como tomándote el pelo te pide un euro par el 'coffee', quejándose si no llevas nada encima y contándote historias sobre su videncia, sus estudios y su sueño de la juventud de ser policía, siempre en 'petit comité' ya que al parecer tiene una reputación que mantener.

Todo el mundo la conoce pero me pregunto quién le habrá aguantado la mirada pacientemente, quién escudriñaría esos ojos azul verdosos tristes y profundos como la oscuridad de la risa y boca que los acompaña, quién se acordará de ella y sus historias de vez en cuando, quién verá en ella un reflejo de su propio y posible futuro.

Me pregunto cuál habrá sido su vida mientras me doy cuenta de que esto no podría ser ni el inicio de su larga historia y de lo poco que sé de esa mujer con nombre de joya real. Me pregunto por qué aún así la tengo presente y me inspira curiosidad saber más sobre ella.

'Los locos también tenemos momentos de lucidez, aún así la cultura siempre está ahí, tía. ¿Es o no verdad?'
 Me pregunto qué hará en esos momentos de lucidez, si por casualidad tendrá a alguien que esté con ella cuando deciden aparecer, más bien deseando que así sea. Si cuando despierta de sus historias esos ojos tristes lloran y esa risa profunda se apaga.