El otoño abraza, las hojas caen.
Mis brazos ya desnudos recuerdan con cariño aquel tiempo en el que comer era vida, no deber y dormir era descanso, no consuelo.
La primavera queda lejos y ni los periquitos pían, ni los cuervos graznan.
Ya no tengo miedo a los temporales, solo añoro.
3 comentarios:
Suena a que echas de menos el año pasado (y sobre todo Barroso) o eso me parece.
jajaajaj Que vaa, que va. No tiene naaaaaaaada que ver.
¬¬ Pues lo adivinaré!
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