Es en
la soledad de este salón, ahora, cuando me doy cuenta del valor de la
tranquilidad. De la suerte que he tenido al encontrarla.
El peso
que te quitas de encima. El positivismo con el que ves las cosas y las
afrontas.
Es en
la soledad de este salón cuando me doy cuenta de la buena compañía que me hago
y de lo agradable de preguntarme y responderme sin darle más importancia que la
necesaria a mis cuestiones, disfrutando
de un vaso de agua y sintiendo el frío que entra por la puerta del balcón
mientras la de la entrada se bate continuamente.