Seguidores

sábado, 9 de marzo de 2013

Decían de la costa.


Decían que era improbable que nevase al lado del mar y sin embargo ahora mismo cuesta diferenciar los copos de nieve de la espuma que salpica y se eleva con el viento. Las nubes blancas, hacinadas y aguantando la respiración, se preguntan qué es lo que pasará a continuación. Las olas explotan saladas contra la vasta orilla.

Mientras tanto la Nada teñida de blanco ruge como si fuera la última vez y sopla frío. Con fuerza. Una punzada indescriptible devora vorazmente  los tímpanos y congela la nariz y el pecho. Los sentidos se confunden fusionándose. Los límites no existen cuando una de esas olas estalla al lado de la caja de energía que se aloja en la garganta.

La costa  es ahora de un color claro puro y majestuosamente tranquilo donde los ojos hierven plácidamente. 

No hay comentarios: