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lunes, 23 de septiembre de 2013

La ventana discreta

Hay lugares que tienes que respirar, escuchar y mirar con atención para descubrir que no son tan inhóspitos como parecen en un principio. Lugares como en el que estoy en este preciso momento. 

Este sitio sucio, con ruinas de una antigua fábrica de la que extrañamente no todos conocen su historia, huele a mar de una forma peculiar. Da la sensación de que en tus pulmones se forman oleajes de ese agua salada y pura que rompen con fuerza en el silencio de una noche oscura y vacía de un barrio oscuro y vacío, con casas oscuras y vacías, en su mayoría. Aun así en algún edificio hay ventanas abiertas con luces encendidas y ningún movimiento salvo el de las cortinas. Esto invita a sentarte en el escritorio mientras los demás duermen y disfrutar viendo cómo pasa el camión de la basura que de una forma rara te atrapa con su luz naranja intermitente.

Momentáneamente el odio a todo esto se disipa sin saber muy bien por qué, sin nada especial, nada de esas cosas que hacen vibrar y reír un día normal pero bueno, hoy la noche me sonríe, parece que esta noche también cuenta de una forma u otra y me regala un poco de cariño que con otra sonrisa le devuelvo.


Hay lugares que pasan desapercibidos. Hay lugares que tienes que respirar, escuchar y mirar con atención para descubrir que no son tan inhóspitos como parecen en un principio. Lugares como en el que estoy en este preciso momento.  A este sitio sucio, con ruinas, oscuro y vacío hay que odiarlo mucho para quererlo.

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