Los contrastes y los colores que ves, los que no ves e imaginas y los que hasta puedes tocar. Huele a templado. Si miras el mar y te centras, notas como los músculos de los brazos y las piernas tienen ganas de arrastrar el agua hacia los lados y avanzar hacia las frías profundidades.
Escuecen los ojos. Los abriste demasiado y empiezan a llorar. Los cierras. Te das la vuelta y cuando te despiertas la marea ha subido considerablemente y está a cuatro metros de acariciarte.
Te retiras con el sol hasta otro día.
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