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domingo, 31 de julio de 2011

Veragueando pasas los días

Ahora, en verano, no hace falta mucho. Una toalla y un buen día. Unos cuantos árboles alrededor y ganas de observar con la mente en blanco. Justo eso es a lo que nos dedicamos hoy, sin agobios ni presiones, dormitando la mayor parte de la tarde y entreabriendo los ojos, sin dejar pasar demasiado el sol, para mirar algo mas allá de lo que deslumbra.
Los contrastes y los colores que ves, los que no ves e imaginas y los que hasta puedes tocar. Huele a templado. Si miras el mar y te centras, notas como los músculos de los brazos y las piernas tienen ganas de arrastrar el agua hacia los lados y avanzar hacia las frías profundidades.
Escuecen los ojos. Los abriste demasiado y empiezan a llorar. Los cierras. Te das la vuelta y cuando te despiertas la marea ha subido considerablemente y está a cuatro metros de acariciarte. 
Te retiras con el sol hasta otro día.



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