Seguidores

martes, 5 de febrero de 2013

Imagínalo


En el mundo que vivimos está a la orden del día que muchos se beneficien a costa de otros, del sufrimiento de los demás. Para que alguien sea rico tiene que haber un pobre, o mil, en este caso y para que alguien sea feliz otros miles serán infelices, así sucesivamente.

Posiblemente me equivoque pero por lo que he estado observando, dentro de nuestra humanidad no sé por qué, tendemos a regodearnos en nuestro sufrimiento, me incluyo. A nadie le gusta sufrir pero en ocasiones busca la forma, la excusa, de hacerlo.

Cómodo. Vivir una rutina, un dolor rutinario, palpable y conocido es mucho más cómodo.

Hay que dar un gran paso para dejar a un lado ese sufrimiento seguro y temporal para encontrarte luego con una realidad más complicada todavía pero de la que te aprovechas. Sacar un doble beneficio.

Yo creo en la realización de uno mismo mediante la ayuda a los demás.  Simples gestos que cambian momentos insignificantes en un principio pero que no sabes cómo van a repercutir en un futuro. Simples gestos que quizás no cuestan nada llevar a cabo pero donde modificas una mínima parte de una vida o una forma de ver las cosas mientras el resto lo dejas al azar y a esa persona en concreto. Creo que es una forma de entrenarse, sin gastar demasiada energía para en un momento dado ser capaz de dar lo máximo de ti mismo, de renunciar al sufrimiento propio y rutinario por aplacar el sufrimiento de los demás y de beneficiarte de su felicidad. Crecer como persona es un objetivo, en mi opinión, tan difícil de conseguir como satisfactorio y más cuando lo vinculas a la felicidad ajena. A la vez resulta tan tentador... Imagina un mundo en el que ‘La cadena de favores’ estuviese a la orden del día. Un mundo en el que das bienestar y recibes bienestar. Un mundo donde no hace falta que existan situaciones contrapuestas para que todo esté en su sitio, sino aprender de situaciones pasadas. Imagínalo porque es improbable que pase pero inténtalo y crece como persona lo antes posible porque el tiempo pasa y como cuando moldeas barro, llega un momento en el que te enfrías y lo máximo que podrás hacer es dar unas últimas pinceladas que no conseguirán tapar cómo te has ido construyendo.

No hay comentarios: