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martes, 24 de noviembre de 2009

No hay queja.

No me falta de nada, salvo aire.
¿Pero para qué quejarme?
Mejor meter la cabeza bajo el agua y esperar, ayudar a algunos peces que se crucen en mi camino mientras leo mi novela preferida; la que me arropa y consuela, la que me inunda con nuevas ideas y retiene el agua y sal de mis ojos, ese agua amarga que no calma mi sed pero consuela mi alma.
En fin. ¿ Para qué quejarme? Si no hay solución, si irremediablemente todo ha acabado.
¿Para qué narices me voy a quejar si debajo del agua nadie me oye y mi voz se pierde?

1 comentario:

N!cky dijo...

no tiene para qué haber quejas =D
mira el cielo, ve las figuras que se forman y sonríe


me gusta cómo escribes. =)