Embobada me observo en el espejo. Paso mis dedos por la cara surcando las incipientes arrugas de mi frente y ojos. Poco a poco se van marcando más y más y sin poder hacer nada ante mi asombro y el rápido paso del tiempo me consumo recordando que nada es eterno. Yo no soy una escepción, ni lo es el cuero curtido al Sol.
Mi imagen se vuelve amarga y rota y mi pensamiento sigue igual de vivo y entero. ¿Habrá mayor sufrimiento que la consciencia del paso del tiempo?
Mi imagen se vuelve amarga y rota y mi pensamiento sigue igual de vivo y entero. ¿Habrá mayor sufrimiento que la consciencia del paso del tiempo?