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martes, 1 de febrero de 2011

Y los médicos no sabían.

Notaba en el pecho, muy dentro, un punzante dolor que se expandía.
Los médicos, muy a su pesar, no sabían qué ocurría. Las pruebas no decían nada.
Vivir en la incógnita y con ese dolor cada vez más fuerte se estaba volviendo una locura.
Un día, no sé el porqué, la idea de acudir al sitio que solía frecuentar en los momentos bajos pasó por la mente de forma fugaz.

Nada mas entrar y oler las velas se sosegó algo el dolor hasta el punto de que apetecía sentarse en uno de los bancos.
Tras un momento de reflexión las ganas de salir al exterior aparecieron.

Ya fuera, la boca se abrió y el alma se escapó a borbotones del pecho de una forma tan escandalosa que todos alrededor se giraron asombrados y acudieron en manada para observar lo que ocurría.

Y ahí quedó ya sanado el inerte cuerpo. Inmóvil en las escaleras de la plaza de la iglesia.

Y los médicos, no sabían.

3 comentarios:

Alebóndiga dijo...

Paranoia JAJAJAJAJA
Cris lo tuyo no es mortal.

Unknown dijo...

Eh? lo mío? Qué mío?

recuncho esquecido dijo...

ya se sabe....hai xente invisible para o resto do mundo!