He estado robando, cada día, tres de las cuatro lágrimas que por mí has llorado. Las he guardado en un frasco de cristal templado y a contraluz, pegado a la ventana en este día soleado, siete colores diferentes en mi cara se han reflejado.
He corrido, he saltado, he reído. Las malas hierbas que atormentaron a Edipo y Nerón en mi mente y corazón fuertes han brotado. He quebrado el tarro y derramado sobre ellas tus sentimientos licuados y he sido capaz de quemar todos los libros, todos los cuadros, encender todas los candelabros, salir de allí... ¿sin mirar atrás? No, qué va, mirando y suspirando de regocijo.
No odio pues mi cobro ha sido saldado.
Esta noche dormiré en el Averno.
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