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lunes, 28 de junio de 2010

Viento

Un ejemplo de amor no correspondido es el del viento.
Mediante caricias remueve tu pelo y en susurros pide consuelo.
Un consuelo que nunca llega.
Sacude ramas, aulla al cielo, corre, golpea ventanas rabioso y fiero.
Te asusta; se amansa.
Y sigues sin verlo, ni tocarlo, ni quererlo.

He descubierto una manera de invocarlo en sus momentos más violentos.
Soplo al aire como a caldo hirviendo.
Mediante silbidos llamo la atención de la fiera pero no, el buscaba el amor imposible.
Por eso ya no lo quiero y desespero.

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