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martes, 27 de julio de 2010

A la sombra del ciprés

Amplia sonrisa y tristes ojos son los que caminan por aquel solitario campo.
Rápidas zancadas y brazos cruzados bajo un sol abrasador.
Comienza a llover sobre las mejillas mientras se aleja de aquella interte placa.
Suaves y cálidos recuerdos habían caído sobre ella bronceándola.
Con la cara encarnada y los pies polvorientos llegó a su casa, se tumbó en su sofá y durmió toda la noche.
Descansó en paz indefinidamente y cuando abrió de nuevo los ojos y observó por la ventana encontró aquel maravilloso paraje que la estaba esperando, sólo a ella.
No recordaba su nombre y en aquel mismo momento volvió sobre sus pasos, surcó con sus dedos la inscripción de la fría piedra y se tumbó a la sombra del ciprés.


1 comentario:

Raquel C. dijo...

A la sombra del ciprés,
no me ves los pies.