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domingo, 23 de mayo de 2010

Se que no es el mejor momento pero es que el ambiente huele a asfalto recalentado y una humedad pegajosa se adhiere a mi cara mientras estudio. Me agobia.
De vez en cuando una brisa me trae un agradable y fuerte olor a pino seco.
Santiago ya no huele a basura. De todas formas lo prefería porque invitaba al enclaustramiento pero es que...
este olor... este olor...
necesito mis tres semanas de vacaciones de verano ya y dejar el autobronceador a un lado. ¡Que me quiero fusionar con la arena!
Me chupo un dedo y lo elevo no se bien por qué y calculo la temperatura aproximada a la que debemos estar, deben ser unos 33º o así.
Santiago de Compostela, pese al calor sofocante, huele a verano de forma tentadora aunque (siempre hay un aunque) le falta algo:
El ansiado salitre ferrolano.

PD: Si limpio un contenedor y lo lleno de agua con sal, pongo una camiseta a modo vela, me lanzo carretera abajo y me pongo un gorro, simularía estar en un barquito.

1 comentario:

LaCes dijo...

Mmmmmmhhhh Salitre ferrolanooo...Hasta en Barna se echa de menos